Las horas de trabajo en el gimnasio y en la cancha se reflejan a la hora que Rafael Nadal salta a la superficie. Domina como pocos a sus rivales, corre, pica, desgasta, devora: solo él puede hacerlo.

Muchos aseguran que es una creación de su tío, “Toni” Nadal, que ese monstruo de la arcilla no hubiese sido lo que es de no ser por su entrenador. Cuando era niño, el tenista español no pintaba para ser figura pero Antonio no iba a permitirse que eso sucediera. Le cambió el golpe natural de derecha a izquierda y hoy somos privilegiados de ver esos reveces y derechas espectaculares.

Pero ¿la grandeza de “La Fiera” radicará solo en su fortaleza física y mental o tendrá que ver con algo más?

Pues él al parecer tiene otro pensar, ya que uno de sus principales motores para encarar sus partidos tiene que ver en mucho con las cábalas y con una serie de características que llaman la atención, y que según los especialistas, podrían ser confundidas con un trastorno obsesivo compulsivo.

Por mucho Rafa es el mejor tenista español y uno de los cinco mejores en la historia. Nadie ha ganado ocho veces Roland Garros y probablemente nadie lo haga en mucho tiempo.

Y es que según el psicólogo y coach deportivo de la UAM, Carlos Rey García, el trabajo del manacorí con su mente es digno de alabarse, puesto que siempre mantiene su cabeza en el aquí y ahora, busca hacer de su juego una receta de cocina, que de seguirla al pie de la letra te llevará al éxito.

Eso y no más es lo que hace Nadal cada juego. Entra a la cancha de una manera muy mesurada, como guardando toda la energía posible para dejarla en la cancha; camina de inmediato a su asiento, sin antes esquivar todas las líneas posibles del rectángulo, algo que al parecer sería de mala suerte para él.

Comienza el calentamiento y lo mismo, durante el juego sería un exceso hacerlo pero no duden que así sea, las líneas queman, comen, pueden acabar con él. Mucho más que su rival.

Ese es tan solo una de todas las manías que sigue el español, ¿sirven o no? pues si los resultados lo precedieran, diríamos que sí pero es algo que a ciencia cierta no se puede asegurar.

Otro de los casos que a todos ha causado extrañeza se da en la hora de los descansos.

Como habitualmente sucede con cualquier deportista, la hidratación es sumamente importante pero, ¿será más acomodar tus botellas de manera en que las etiquetas siempre vean a la cancha? ¿servirá de algo o mágicamente el agua se convertirá en un bálsamo que te haga super-poderoso?

Manías, TOC, Tic’s. Muchos nombres se le pueden dar a esto, habrá que analizar profundamente y de manera profesional a este jugador, ese que se “saca el calzón”, se toca la nariz, se acomoda el cabello y lo vuelve a repetir, como un ritual, como si se tratara de un instructivo para que ese saque termine dentro de la cancha, para que su devolución sea correcta.

Como diría el psicólogo en su texto publicado en Mundo Coaching, “Rafa siempre entendió cuáles eran sus fortalezas y debilidades como tenista, y supo explotar al máximo su potencia, su resistencia, su dureza mental, su ritmo de juego.

Llevando al rival a aquello que los americanos denominan el Play my play, es decir, imponiendo su estilo.”

***Con información de Mundo Magazine y Carlos Rey García

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