En esta ocasión queremos recomendarles una novela ácida y vertiginosa que tuvimos la oportunidad de leer y nos pareció un verdadero deleite. Su temática gira entorno al absurdo mundo de la farándula mexicana, las revistas de chismes y los programas de entretenimiento de la televisión abierta.

Sí, pero no pongan esa cara ni piensen “ni loco voy a leer sobre ese tema”, y es que éste libro es todo menos superficial.

Todos alguna vez hemos despotricado contra el mundo del espectáculo en nuestro país: Que si está lleno de contenido basura, que si quienes aparecen frente a las cámaras carecen de preparación y sólo están ahí por favoritismos, qué si los hilos de la farándula y los medios son orquestados por otros poderes, etc. Al final de su lectura, esta novela no hará sino confirmar lo que muchos ya saben: La industria del entretenimiento es una cloaca llena de inmundicia, sin embargo, a veces meterse a bucear en las aguas negras puede tener su encanto.

Con Friquis, su nueva novela, Fernando Lobo nos trae una historia cargada de humor negro que funciona como un espejo bastante certero para reflejar no sólo a esta industria sino también a la actualidad de la sociedad mexicana. Esto nos mueve a reflexionar sobre los hilos que mueven nuestra realidad y que son parte de una enorme puesta en escena de las esferas del poder donde todo es perfecto.

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La trama comienza cuando Tania Monroy, una diva y símbolo sexual que ya rebasa los cincuenta años alcanza nuevamente el éxito al conducir Sábado Especial, emisión matutina que se transmite los fines de semana. Obsesionada con su belleza, esta estrella de la televisión quiere afinarse aún más su nariz y para ello decide someterse a la que sería su operación estética número 21.

A pesar de que sus doctores se oponen a dicha intervención, la Monroy se opera en Estados Unidos con fatales consecuencias para su rostro, el cual es fotografiado por un paparazzi de la revista sensacionalista Farándula, que dirige el periodista Mac Cervantes. La publicación de estas imágenes desata la furia de Tania Monroy, lo que termina cimbrando al mundo del espectáculo en distintas latitudes.

Esta novela está cargada por un montón de personajes odiosos pero a la vez entrañables: Cantantes juveniles envueltas en escándalos sexuales, padrotes con hambre de fama, ejecutivos de televisoras más preocupados por el rating que por ofrecer un contenido de calidad, montajes orquestados entre autoridades y crimen organizado para desviar la atención pública, revistas que con tal de siempre tener exclusivas recurren al contenido más burdo. Todo esto y mucho más podrán encontrar en este libro que se devora en sólo unas horas gracias a lo bien escrito e interesante que está.

Quizá a estas alturas alguno de nuestros lectores ve muchas semejanzas entre el contenido de esta novela y la vida real. El mismo Fernando Lobo, al inicio del libro nos lanza la siguiente advertencia:

Los hechos y personajes ficticios de este relato aparecen combinados con los reales de un modo absolutamente irresponsable.

Si se topan con esta novela no la dejen pasar, les garantizamos que se divertirán mucho.

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Friquis
Fernando Lobo
Editorial Almadía

* * * * * 

Hace unos días tuvimos la oportunidad de platicar con Fernando Lobos sobre esta novela. Aquí la entrevista donde nos comparte algunos conceptos muy interesantes sobre la relación de los medios masivos con la sociedad:

Sopitas.com: Hola Fernando, gracias por esta entrevista. Tu libro además de ágil nos pareció muy divertido ¿Qué te hizo tomar a la industria del espectáculo como protagonista de esta historia?

Fernando Lobos: El detonador fueron los libros precedentes: Sentido común, simulación y paranoia y posteriormente Latinas candentes 6, un libro sobre pornografía en el Valle de San Fernando, en California. En ambos se exploraba una línea teórica del ensayista francés Guy Debord, quien escribió La Sociedad del Espectáculo a partir de una premisa que dice así ‘las sociedades contemporáneas se presentan como una acumulación permanente de espectáculos’. A su vez Guy Debord retoma al periodista cultural y filósofo Walter Benjamin quien nos habla de una separación entre el mundo representado, la obra de arte como una imagen reproducida en serie y el mundo del fenómeno como la nueva forma que tenemos las sociedades contemporáneas de vernos y ratificar la realidad a partir de lo que aparece en pantalla. El mundo sensible ya no nos basta, requerimos que el montaje y la pantalla nos de el certificado de autenticidad.

Cuando comencé esta novela empecé a consumir televisión abierta y revistas de espectáculos en grandes cantidades, tantas que seguramente tendré que ver a un psicoanalista cuando este libro se venda y pueda pagarlo. Mientras yo estaba en este proceso de investigación comenzó la campaña de nuestro actual presidente, no en los noticieros convencionales ni a partir de la estrategia de partidos políticos, sino a partir de los notichismes; la campaña electoral de Peña Nieto inició con su boda y los pormenores se narraron en los programas de espectáculos que además tienen un rating mucho mayor que los noticiarios de información convencional, esto me pareció un nuevo punto de partida. Si te das cuenta el libro ya está publicado y el país sigue dando muestras de que prefiere ser representado. Vivimos un montaje entre las versiones oficiales, entre las ganas que tenemos de vernos a nosotros mismos en las pantallas y no en la calle. Estamos llegando a un país exhibido en pantallas, y aunque distinguimos entre la realidad y la ficción lo anterior nos importa un rábano.

La novela se fue modificando hacia esa perspectiva. Lo que también observé en el proceso de escritura fue que la trama paulatinamente fue aplastando a los personajes. Uno trata de crear personajes sólidos pero la trama que apela a una situación nacional real terminó siendo demasiado poderosa, por eso todos mis personajes evaden la realidad, porque es demasiado fuerte para ellos. Todos los personajes aspiran a algo inalcanzable pues les sucede lo que a casi todos: estamos permanentemente insatisfechos.

También, al igual que en toda mi novelística, hablo de corrupción. Por un lado porque es la situación real del país, vivimos en un régimen de capos y por otro lado está el juego literario que se da cuando el delincuente y el encargado de perseguir los delitos resulta ser el mismo. Esto es México.

Sopitas.com: Nos llama la atención la aparición de muchos personajes, que es como una familia de canallas. ¿Cuál sería tu consentido?

Fernando Lobo: Agaton Boyadjian, es un chofer de limosina, un académico armenio que está buscando su estatus de refugiado en Estados Unidos. Me encanta por lo fugaz. Hay también un proxenta, Franqui Solo, quien está buscando el modo de lanzar artísticamente a una de sus prostitutas. Es uno de esos personajes que aparecería como mero soporte de la trama, como un personaje de transición pero que finalmente resultó ser esencial, pues no solamente sostienen la historia sino que la termina resolviendo.

Por otro lado, la idea que he manejado en otras obras es mantenerme dentro de un cierto realismo, observar al mundo, plasmarlo, y en algún punto llegar a lo grotesco, a lo absurdo. En este país eso se va volviendo cada vez más fácil.

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Sopitas.com: Entendemos el por qué del título, pues el concepto Friki engloba a lo raro, a los fenómenos, pero ¿por qué emplear justamente esta palabra?

Fernando Lobo: La base serían estos espectáculos que principalmente se daban en Estados Unidos, el Freak Show, con personajes como la Mujer Barbuda o el Enano, lo que en las ferias de pueblo en México sería la gallina de tres patas o la mujer tortuga. Este tipo de freakies sorprendentes que atraen a los espectadores me hizo pensar en el título. Tania Monroy, la protagonista, es un símbolo sexual de 50 años, lo cual también de algún modo es extraño.

Ahora, la ‘Q’ es una necedad de chovinismo a la mexicana. Incluso mi editor español me decía ‘si alguna vez la sacamos sería con K’. Luego me puse googlear Frikies y prácticamente no me apareció nada con ‘Q’ y Google me insistía en que lo buscara con ‘K’. Como ese término no está en la Real Academia pudimos seguir jugando, finalmente una de las labores de la narrativa y de la literatura en general es poner palabras sobre la mesa. Vamos, no es que no estuviera pero es de poco uso. Esa fue mi necedad. Además es una palabra que adentro del libro no aparece ni una sola vez.

Sopitas.com: Lo que si aparece y mucho son titulares como de revista como parte del estilo narrativo…

Fernando Lobo: Sí, tiene que ver con la forma, yo quería plasmar ciertos estilos de los medios masivos de comunicación. La novela tiene ciertos formatos que parecen como guión de televisión o algunos breves momentos publicitarios, por mencionar algunos. La idea era que la historia se expresara como lo hacen los medios masivos de comunicación, de ahí los titulares.

Sopitas.com: Nos gustó que la novela está narrada con mucho humor a pesar de que a veces se tocan temas un tanto obscuros. ¿Qué tan complejo es alcanzar esta dualidad?

Fernando Lobo: Como lector hay dos satisfacciones que a mí me movieron a ser narrador. Uno es la risa y el otro es la reflexión que produce la lectura, poder pensar incluso hasta el punto de entender un pedazo del mundo. A lo largo de mi obra he descubierto que la reflexión y el sarcasmo no están peleadas. Yo soy maestro de literatura y de filosofía, y empleo constantemente la ironía y el humor para introducir ideas que puedan despertar pensamientos, ideas o reflexiones en los alumnos. No podría entender mi literatura sin estos ingredientes, creo que el buen pensador debe empezar por reírse de uno mismo, si ya lo lograste te puedes pitorrear del mundo entero sin que esto le quite seriedad a las ideas, ni a lo que observas. Tampoco le quita lo siniestro al mundo que está plasmado dentro de la novela. Finalmente la ironía también despierta ideas.

Sopitas.com: ¿Qué fue lo más difícil de escribir este libro?

Fernando Lobo: Fue una joda, aunque también fue divertido hasta cierto punto. Es una novela muy compleja,  con tres o cuatro tramas paralelas que en algún momento se entrecruzan. La mayor dificultad fue hacer que todas las cosas cuadraran. Pasé más tiempo corrigiendo este libro que escribiéndolo. El trabajo final es casi de relojería.

Sopitas.com: ¿Durante el proceso de escritura hubo algún acontecimiento que te hiciera querer adherirlo en la novela?

Fernando Lobo: Me pasó todo el tiempo, incluso son tantos que no podría ni sumarlos. El tipo de realismo que pretendo en mi literatura es un realismo a ras de calle, que exprese el realismo inmediato, lo que tenemos al alcance de nuestros sentidos, lo que vemos al salir de casa. En algún punto este realismo trata de ir a una escala mayor hasta el punto de llegar a lo absurdo, que sin embargo se ha vuelto parte de nuestra cotidianidad.

Lo que al final marcó más a la novela fue la necesidad de la sociedad y de la clase política de enunciar nuestras realidades a partir de montajes de televisión, algo que sucede constantemente y que hacemos todos, no sólo la policía o los senadores. Finalmente nos estamos grabando y exhibiendo todo el tiempo. Tuve una conclusión que en alguna parte del libro aparece: Todo lo que quiere ver la gente… es más gente.

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Sopitas.com: De acuerdo a todo lo que desenmarañaste e investigaste para esta novela ¿cómo ves la relación de los medios con la sociedad mexicana para los próximos años?

Fernando Lobo: Como un colapso, la separación que tenemos con la realidad permite que el modelo neoliberal pueda sobreponerse sin demasiadas dificultades, sin obstáculos insuperables, eso es lo que nos dirigirá paulatinamente al colapso.

Y cuando digo colapso no me refiero a algo ruidoso o explosivo, sino que puede ser desplazamientos; desapariciones de algunas figuras y que otras emerjan el surgimiento de otros modelos políticos; de otras formas de pensar el mundo. Básicamente me refiero a la simulación, a estar todo el tiempo representándonos en pantallas y tomando la verdad y la autenticidad del mundo a partir de los montajes. Mientras eso pasa el mundo real se está cayendo a pedazos, tenemos gobiernos cuya misión principal es destruir el aparato del estado que es autodestructivo como un cáncer. Nuestro sistema está poroso por dentro y en cualquier momento puede derrumbarse.

Sopitas.com: Cuando leíamos el libro encontramos similitudes de varios personajes con varias figuras de la vida real. ¿Cuándo estabas escribiendo también pensabas en celebridades reales?

Fernando Lobo: ¡Por supuesto, en las mismas que tú estás pensando! No hay para dónde hacerse, ese es el mundo que yo veo, el mundo de la televisión que además está a la mano con mover una perilla. Para mí fue muy satisfactorio poder sacar literatura de esa masa dura que es la televisión abierta y obviamente esperaba hacer sentido en cualquier lector. Quiera o no la sociedad mexicana reconoce a estos personajes.

Sopitas.com: Seguramente has platicado con algún lector y te haya dicho ‘este personaje es tal celebridad’...

Fernando Lobo: Todo el tiempo.

Sopitas.com: ¿Y coinciden?

Fernando Lobo: Casi siempre pero me reservo los nombres. Tanto el vicepresidente de programación, como Tania Monroy y por supuesto Mac Cervantes son extraídos directamente de lo que he visto en televisión abierta. Son nombres que incluso los más encumbrados literatos reconocen.

Sopitas.com: Resulta interesante que, como tú dices, el sector cultural tiende a no querer ser relacionado con este tipo de medios y entretenimiento. Tu libro de alguna manera demuestra que ambos mundos no están tan peleados.

Fernando Lobo: Tengo colegas que piensan que no estoy hablando en serio porque hay temas intocables. Sin embargo aquí hay un malentendido, los contenidos de Televisa son cultura, lo digo en alguno de los capítulos ‘hasta el pop más superficial es cultura’, esa es la verdadera industria cultural.

Lo que nosotros entendemos como ‘cultura selecta’, las Bellas Artes o la literatura, es sólo un pequeñísimo sector de la gran industria cultural. Nosotros también vendemos e ingresamos a un mercado, también somos parte de la ley de la oferta y la demanda, generamos contenido que llamamos cultura, exactamente igual que El Chavo del 8 o Hollywood. Esa separación que en el siglo XX llamaron Bellas Artes para distinguirlas de cualquier otra forma de expresión me parece un acto de pretensión por parte de los que hacemos esta cultura para unos cuantos. ¡Todo esto es cultura!, si no lo aceptamos así entonces estamos dejando que ese gran monstruo de cultura que son los medios masivos de comunicación aplasten lo que estamos haciendo nosotros. Ahora que me lo preguntas quizá esa es una de las grandes motivaciones de mi novela, poner en evidencia ese sinsentido.

Sopitas.com: Muchas gracias Fernando.

Por @gabrielrevelo

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