Hay maderas que no agarran barniz; monos que, vestidos de seda, monos se quedan; personas que salen del barrio pero que el barrio nunca sale de las personas y aficiones que aunque hayan multado a su federación de futbol 23 VECES –VEINTE Y TRES VECES– no dejan de hacer una ofensa homofóbica al portero rival en un partido de selecciones, no importa el lugar y la hora.
Dentro de este grupo de aficionados que ayuda a que nuestro equipo nacional juegue fuera del azteca o se gane sanciones de partidos a puerta cerrada existen tres tribus:
El Abogado:
Es la persona que argumenta que tiene TODO el derecho de gritar lo que le venga en gana sólo porque pagó un boleto para disfrutar de un partido. Creo que este tipo de aficionado va a las kermeses de la escuela y como le cobraron cuota de recuperación puede ir a mentarle la madre a las maestras de sus hijos por no ponerle buenas calificaciones. Pues si tú eres de esos te platico que comprar un boleto no te hace merecedor a ofender a nadie, en realidad nada te hace merecedor de hacerlo.

El Justiciero:
Este aficionado creo que es el más divertido. Existen justicieros de sofá, de Twitter, tu tía Karen en Facebook y el aficionado que lanza gritos homofóbicos en la grada para protestar por las injusticias futboleras. Si recuerdan, hace aproximadamente diez meses el Irapuato debió haber ascendido a nuestra poderosa Liga MX y por decisiones más oscuras que una alcantarilla de la película Eso el equipo fresero no ascendió, pero dio paso al grito vengativo en los estadios. “Que se joda la FMF, ahora gritaremos por el Irapuato”.
Ya pasaron muchas lunas después de ese evento y amigo justiciero, tu sigues gritando, ¿ahora por qué? Por aquel triste amor, que no era penal. ¿Por qué?

Los que buscan un ultimátum:
Este grupo tiene que ser mi favorito de la inconsciencia. Este aficionado argumenta lo siguiente “Ojalá y México no vaya al mundial y de esa manera la FMF aprenda y ahora si lleguemos al 5º partido”.
Primero que nada, amiguito, si el Tri y sus eternos cuatro partidos en los mundiales lastiman tanto tu corazón de bombón, no veas a la selección por tele, no vayas al estadio y no consumas sus productos, esa sería una manera muy razonable de protestar tu inconformidad. Después de darte una solución menos ofensiva ante ese lamento boliviano te recuerdo que ya nos pasó algo más o menos así en 1988 con “Los Cachirules” y México se perdió el mundial de Italia 1990. ¿Sabes qué cambió en el fut mexicano? N-A-D-A. Quizás que se la piensen dos veces en usar cachirules en torneos juveniles, pero con la mayor no hubo ese cambio de óptica por quedar fuera del mundial.
Seguramente si encajas en alguno de estos tres grupos y toqué fibras sensibles querrás contra argumentar con clásicos como: “pero el mundial fue en Rusia”, “a Memo casi lo descalabran los salvadoreños“, en lugar de quejarte propón algo. Y con respecto a proponer, si por mí fuera sacaría a todos los aficionados de un sector donde se escuche el grito, la FMF ya ha hecho más campañas tratando de erradicarlo y la gente nada más no cede. Y ahí está el problema: la gente nada más no cede, esto ya se convirtió en una lucha de poder SUMAMENTE INÚTIL entre afición y “la autoridad”, el grito homofóbico está tan permeado en nuestra sociedad que si las mamás le gritan al porterito rival en un partido de pubertos, ¿por qué no lo harían en el estadio? ¿Acaso el portero es tan poco hombre?

Puedo decirles que no pasa nada dejar de gritar, el espectáculo se disfruta igual y si no estamos de acuerdo con el equipo siempre se les puede abuchear (al final del partido, plis) para hacerte sentir como afición. Ofender a las personas rara vez soluciona algo y menos si lo hacemos por deporte.
Si te sabes otra clasificación de aficionado me gustaría leerte en twitter: @ferpalazuelosz