Estamos en una época en la NBA bastante extraña. Hay muchas críticas sobre lo que pasa en la liga y su nivel de juego, pero vemos a jugadores poniendo números que parecen de otro mundo. Ahora cada vez es más común ver esas estadísticas que antes parecían una sueño o algo sacado de los videojuegos.

De ahí, ex estrellas de la liga como Charles Barkley han sido muy enfáticos sobre lo poco que se juega, sobre todo a la defensiva y es que es cierto. En esta NBA ya no existen los jugadores que defiendan.

Son realmente pocos los basquetbolistas que podemos decir que son grandes defensores. Kawhi Leonard de los San Antonio Spurs, Draymond Green de los Golden State Warriors y hasta DeAndre Jordan de Los Angeles Clippers.

Este último es una muestra clara de la evolución del juego. DeAndre décadas atrás hubiera sido un jugador muy cotizado por su fortaleza física. En algún momento la posición de centro (o poste) se dedicó casi exclusivamente a defender el aro, a recoger rebotes y de vez en cuando apoyar en ofensiva. Es más, en realidad todos hacían tareas defensivas, sino hay que recordar que hasta el mismísimo Michael Jordan fue nombrado el Mejor Defensivo del Año en 1988.

Ahora a DeAndre se le ve como un basquetbolista hasta cierto punto torpe. Se le critica por sus malos pero se olvida mucho todo lo que hace bajo la canasta.

DeAndre Jordan

Entonces como Jordan ya no hay y se quedaron en las décadas pasadas ¿Dónde quedaron los Shaquille O’Neal, los Yao Ming, los Ben Wallace, los David Robinson, los Dikembe Mutombo, los Patrick Ewing o los Hakeem Olajuwon?

Ya no hay, ya no existen y cuando algún basquetbolista intenta hacer su juego a esa manera se ve hasta señalado, se le tacha de sucio. Claro, también es por la modificación a las reglas, que parecido a la NFL, cada vez ayudan más a que se anoten puntos y no a que se prevengan.

La muestra más latente de esto fue el All-Star Game, que terminó con un ridículo marcador de 192-182 a favor de la Conferencia Oeste. Sinceramente, esto jamás hubiera pasado hace 20 o 30 años, donde este partido se tomaba como algo en serio.

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Y es por eso que los jugadores de antaño dicen que los actuales no sobrevivirían en los ochenta o noventa. Un Russell Westbrook o un James Harden (candidatos al MVP de este año) serían jugadores comunes, que no sobresaldrían tanto.

Además, esto le da aún más valor a lo que hicieron las leyendas. Sabemos que el hubiera no existe, pero solo imaginar lo que hubiera hecho el mejor de todos los tiempo en estas fechas. Los récords que impusieron míticos como Wilt Chamberlain, Bill Russell o Kareem Abdul-Jabbar estarían al doble o triple en la actualidad.

Por supuesto, esto no es malo (ni bueno) es la simple evolución de un deporte que al final debe de ser un espectáculo para las masas. El único problema es que en ocasiones se piensa que muchos puntos es sinónimo de buen show, pero no lo es.

El ejemplo es sencillo: la jugada que más recordamos de las Finales pasadas es esa monstruosa tapada de LeBron James a Andre Iguodala para evitar una canasta que casi le daría el título a Golden State ¡eso es espectáculo!

Por el bien del deporte deberían de regresar esas defensas, esas que emocionaban y hacían que te levantaras del asiento cuando veías un tapón que dejaba humillado al que intentó el tiro. Los números en la NBA bajarán, pero la audiencia lo agradecerá.

Por: Miguel Delucio / @miguel_delucio
***Fotos Getty Images

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