Japón es una tierra milenaria con una historia muy rica, llena de tradiciones, edificios antiguos, creencias mitológicas, una cultura impecable, festivales, calles limpias y por supuesto, el festival anual de Pikachu para romper nuestros corazones de amor.
La caricatura de Pokémon llegó a dominar nuestras tardes infantiles por ahí del 97-98, convirtiéndonos en fanáticos de estas extrañas criaturas con poderes. Aunque los adultos juraban que eran de diablo o que nos iban a volver tontos, seguíamos viendo este programa, así como consumiendo los videojuegos, álbums, pokebolas, pokedex, figuras, disfraces, etc.
Y aunque ya han pasado algunos años, recordamos estos momentos con nostalgia y aún nos sabemos uno que otro nombre (la verdad todavía podemos cantar el poke-rap), pero en Japón, Pikachú es una figura importante (fue mascota de la selección) y por eso por segundo año consecutivo llega el “Pikachi Tairyo Hassei Chu” o “Un brote de Pikachus” que se lleva a cabo en el distrito de Yokohama del 8 al 16 de agosto.
Durante estos días hay actividades planeadas, bailes y miles de botargas de este personaje, no sé ustedes pero yo necesito una de esas en mi vida.
Ahorita al ternuringa ya le estaría temblando más que su tetilla izquierda.
Con esto nos queda más que claro que en Japón tienen una obsesión por Pikachu, y no los culpamos, en México nos pasa lo mismo con las botargas del Dr. Simi, tal vez alguien debería juntarlas.