Debido a prejuicios y a equivocados señalamientos de gobierno y medios de comunicación, muchos relacionan al anarquismo con los sujetos que gustan de saquear, pintarrajear bardas y -en general- vandalizar a lo güey, en toda marcha que se realiza en la Ciudad de México.
Una probadita de lo que esta filosofía política puede hacer cuando el Estado nomás no da una, puede encontrarse en Grecia, país de la Unión Europea que lleva más de siete años sumida en una profunda crisis económica. Como en la mayoría de las ocasiones, la escasez de recursos ha obligado al gobierno a reducir el gasto público, perjudicando los servicios ciudadanos. Aquí es donde entran los anarquistas griegos.
De acuerdo con el reportaje de The New York Times, ante la austeridad, el grupo anarquista Void Network y un colectivo teatral han comenzado a tomar cartas en el asunto, para llenar los vacíos de gobierno. “La gente confía en nosotros porque no los usamos como clientes o votantes. Cada falla del sistema comprueba que la idea de los anarquistas es verdadera”, señala Tasos Sagris, de 45 años e integrante del mencionado grupo activista.
Void Network se describe como “un colectivo cultural, político y filosófico que apareció por primera vez en 1990 en Atenas, Grecia, con el objetivo de radicalizar la vida cotidiana, la cuestión social, el surgimiento de la mente crítica, la simbiosis colectiva extática, la visibilidad de la diversidad, la participación”.
Como se puede ver, el anarquismo de Void Network no es de nada más ir contra las instituciones del Estado, sino emprender acciones en favor de la ciudadanía y de autoayuda. Por ejemplo, recaudar fondos para los refugiados, cuya llegada a Grecia ha intensificado la crisis que se vive en el país. También se puede ver a los activistas repartiendo comida y medicinas en los 250 centros sociales autoadministrados, los cuales han surgido desde 2008 y cuyo financiamiento se basa en la realización de conciertos, exhibiciones y recursos que cooptan de los bares que hay dentro de las instalaciones.
Pero no sólo facilitar la participación de la ciudadanía en la resolución de problemáticas que ya no son del alcance de las autoridades gubernamentales. El grupo tiene como objetivo la creación de centros sociales, los cuales son espacios autónomos autoadministrados en los que se dé la vida pública en toda su extensión: discusiones, conferencias, espectáculos de poesía, festivales, jammings culturales, organización de exposiciones, desfiles callejeros, acciones públicas, conciertos, talleres, etcétera. Así, con el participación de activistas, científicos, académicos y amigos de la comunidad, pretenden “acceso abierto a la creatividad, la educación, la libre información, zonas públicas, lugares de encuentro, lugares de comunicación, empatía, expresión y creación para miles de personas”.
La presencia de anarquistas en Grecia no es nueva: desde los ’70 fueron parte de los movimientos con los que se logró la caída de la dictadura. Siempre han estado en contacto permanente con grupos universitarios de izquierda y, más recientemente, mostraron oposición a las reformas educativas y a la realización de los Juegos Olímpicos de 2004. En general, la ciudadanía ya tolera el movimiento, lo cual es signo de la desconfianza que existe a las autoridades… y más actualmente, con las medidas de austeridad tomadas por el gobierno, para intentar hacer frente a la deuda pública.
Como es previsible, la oposición que representa el movimiento anarquista en Grecia no es bien vista por el gobierno. Por ello, se llevan a cabo redadas sistemáticas en barrios donde tienen presencia los llamados “ocupas”. En la mayoría de los casos se trata de vecindarios en los que también hay fuerte presencia de migrantes y solicitantes de asilo político. “Nadie sabe quién los controla ni en qué condiciones están viviendo las personas en esos edificios ocupados”, justifica el alcalde de Atenas, Giorgos Kaminis.
Vistos como lugares sin ley por las autoridades, para los anarquistas, los edificios ocupados por ellos son una alternativa humana de vida para los migrantes. Es eso o los campos de refugiados, cuya insalubridad e inseguridad ha sido condenada por grupos defensores de los Derechos Humanos.
Exarchia es el vecindario modelo del accionar anarquista. En él se ubica un edificio que hasta hace poco era una escuela abandonada, pero ahora da cabida a 250 personas, la mayoría provenientes de Siria. “Son organismos vivientes: ahí los niños van a la escuela, algunos incluso nacen ahí, hemos tenido bodas”, comenta Lauren Lapidge, activista inglesa que llegó a Grecia en 2015 y está involucrada en la organización de los centros sociales autoadministrados.

¿Son bien pacíficos entonces?… bueno, “los anarquistas usan todas las tácticas, violentas y no violentas”, aunque siempre con la “responsabilidad moral” de que no ocurran tragedias, aclara Sagris, integrante de Void Network. Así, aunque buscan evitar la violencia, se dan casos como los de la semana pasada, cuando el grupo Rouvikonas salió con palos y otras armas a patrullar en un parque de Atenas en el que -acusan- las autoridades no han hecho nada para detener el narcotráfico y la prostitución de migrantes.
Regresando con el ejemplo de Exarchia, no son pocos los artículos en los que se señala que en el histórico barrio griego el Estado ya no existe. Sin embargo, esto no supone (como algunos creen, basados en los señalamientos del gobierno) que hay una ausencia de reglas. Existen, sin embargo, ya no son las reglas del gobierno. En Exarchia se ha logrado construir uno de los ideales del anarquismo: el autogobierno del pueblo. “Es el único lugar en Atenas que tiene una identidad organizada en contra del poder establecido”, señala Vassili Spathara, pintora que reside en la zona.
Aunque pretenden crecer su presencia, los grupos anarquistas no ven en la política tradicional el camino para ello. Quizás más en el hecho de crear toda una cultura, de ahí que los de Rouvikonas hayan solicitado a una corte local ser reconocidos como una “sociedad cultural”.
El de Void Network y Rouvikonas sólo son dos ejemplos de anarquismo. Así como en otros países, el movimiento griego tiene divisiones: hay grupos que prefieren el activismo social, mientras otras optan por la lucha contra la autoridad. Sin embargo, lo que tienen en común es en el hecho de querer que la gente haga algo: “queremos que la gente luche, de todas las maneras, ya sea cuidar a los refugiados o quemar bancos y al parlamento”, pide Sagris de Void Network.