Por naturaleza los gatos son muy buenos escaladores, los podemos ver trepar una barda y bajar de ella sin ningún problema, pero de eso a que les guste el alpinismo, hay una gran diferencia.
Pues en Utah, Estados Unidos, existe un felino llamado Millie, el cual fue adoptado hace algunos años por Craig Armstrong un montañista amante de la aventura y los deportes extremos, que desde el primer día se dio cuenta que el gato podría convertirse en su compañero de pasatiempo.
Lo único que tuvo que hacer el hombre para que Millie pudiera convertirse en todo un alpinista es enseñarlo a no correr por todos lados, que lo siguiera hasta donde él fuera y este es el asombroso resultado: