Siempre duele dejar de escuchar su voz, ese sonido que es el castigo y salvavidas de los que perdimos a alguien. Cuántas veces no miramos las pantallas por si se insinúa algún mensaje, simulacro de su voz; cuántas veces no nos aferramos a ese dolor, el sonido que sale de su garganta.
Jean Cocteau escribió su obra, La Voz Humana, en los años treinta con una cosa en mente: explorar el extraño impacto que el teléfono, conductor de voces, tuvo en nuestras relaciones. Los malentendidos, las alegrías, las mala noticias que se transportaban de un lugar del mundo al otro, al fin, la voz como agente poderoso de acción. Si el lenguaje es uno de los misterios más terroríficos, lo es todavía más la voz, el conducto que no existe si no para mostrarlo. Es la voz el hechicero que invoca a nuestro fantasma: el lenguaje.
La Voz Humana trata tan solo de una mujer que habla por teléfono con su amor que se ha ido, nada más que eso y sin embargo, todo eso.
Antonio Castro ha adaptado la obra de Cocteau: en el escenario del Teatro Helénico solo aparecen dos personajes: una mujer y su teléfono. La mujer sabe que su amado se casará con otra y habla del asunto para despedirse por teléfono.
La mujer se aferra a la voz, la abraza mientras muestra la más desnuda debilidad, esa que nos tira de bruces cada vez que el mundo con el otro desaparece. Pero nada desaparece en un instante, todo deja un rastro y el del amor es el más destructivo.
Karina Gidi es la actriz que representa a esta mujer, su actuación es un excelente esfuerzo por mostrar esa horrible obra que todos hemos representado, la del abandono y cuyo maestro de orquestas suele ser el teléfono.
Mientras ella va de un lado al otro de la habitación, rompiendo recuerdos, construyendo posibilidades, deshaciéndose toda, el espectador mira (tal vez con morbo o con lástima pero siempre identificándose), el camino hacia el dolor.
La escenografía, siempre gris, resalta la bata roja de la mujer que arde porque le arrancan el amor, y luego, el vestido negro de noche, el luto inevitable.
La puesta en escena tiene ya temporadas de éxito en su haber. Ahora, más sólida, se presenta en el teatro Helénico. El director nos ha dicho que la adaptación fue el resultado de las discusiones entre él y Karina Gidi. Han cambiado el teléfono original de la obra por un celular. Un aparato inalámbrico que en cuyos mensajes, sin embargo “la soledad es la misma”.
Karina Gidi nos ha hablado de que el texto de Cocteau sigue siendo vigente a pesar de estar un poco “atropellado por el tiempo” así que la adaptación guarda la idea esencial del escritor, pero con el cambio de un personaje vital: el teléfono, ahora celular.
Gidi ha dicho también que esta obra hay que volverla personal. “No se cuanto de mí hay aquí pero cuántos no saben cómo duele que le rompan el corazón y esperan a que les llamen por teléfono”.
Acudimos entonces a la espera por el otro, a la anestesia de su voz.
Al final, el sonido de su voz nos rompe, aunque este misterio tan simple puede no hacer mucho sentido.
Richard Marshall, en un artículo, recuerda una anécdota modificada por el profesor Stephen Yablo que tal vez muestre el sinsentido del misterio:
“Yablo cita una historia de Einstein que recuerdo vagamente:
Hombre: No entiendo cómo funcionan los teléfonos.
Einstein: Piense en un perro gigante con la cabeza en Hamburgo y la cola en Munich (o donde sea). Cuando jala la cola el perro ladra.
Hombre: Pero es el teléfono inalámbrico el que no entiendo.
Einstein: Es lo mismo, solo que sin el perro”.
La Voz Humana se presenta en el teatro Helénico desde el 8 de septiembre, todos los lunes hasta el final del año.
Pueden comprar sus boletos aquí.
Por : Luis Miguel Albarrán @Perturbator