Cuando se combina el cuadro de un desnudo con un borrachín y un detective amateur da como resultado la siguiente nota.
Si los niños no pueden ser castigados como adultos, los adultos sí pueden tener condenas de niños, eso puede concluirse tras conocer el ejemplar castigo que recibió un hombre tras haber robado un cuadro que adornaba un elegante baño de hotel.
El hombre en cuestión, luego de ingerir una buena cantidad de cubas, se enamoró a primera vista de la mujer desnuda que aparecía en el cuadro localizado arribita de un urinal; tal fue el apasionamiento que decidió llevarse dicho cuadro a casa. Sin embargo, Barent Larkin, el gerente del lugar, al percatarse del hurto de la pieza –la cual según dice, es bastante costosa- revisó las cintas de seguridad y emprendió una exhaustiva búsqueda del maleante a través de Google y Linkedln.
Luego de localizarlo llamó al ladrón, pero lejos de toparse con un hombre rudo y transgresor de la ley, se encontró con uno bastante suave. “Sonaba bastante afligido, dijo que fue un error de borrachos, uno que le gustaría poder borrar”.
No por lo anterior Larkin abandonó la intención de recuperar su cuadro, así que junto con la policía fue a la casa del arrepentido delincuente, pero en lugar de procesarlo, le ordenó sentarse y escribir varias planas con la oración:
“No volveré a emborracharme y robar el cuadro de la mujer desnuda sobre el cigarro que está arriba del urinal en el Hotel Citizen”.
Luego de varias páginas escritas y dolorosos callos provocados, el cuadro regresó a su lugar de origen, esta vez con las planas del ladrón anónimo a lado, a modo de advertencia, por si alguien siente deseos de robarlo.
