“Cuando te toca aunque te quites”, reza aquel dicho que hace referencia a la inevitable muerte. Esta vez le tocó sufrirla a la familia del automovilismo, cuando en una tarde de grandes velocidades en el GP de Canadá la tragedia se apoderó de la fiesta.
Si bien, Sebastian Vettel se llevó de principio a fin la carrera, dominó cada curva y cada recta de la Gilles Villeneuve, eso pasó a ser una simple anécdota, ya que después de que nuestro compatriota, Esteban Gutiérrez saliera de la pista por un choque, las cosas y el ánimo cambiaron intempestivamente.
El monoplaza de Sauber fue remolcado por una grúa, ya fuera de las pista, dos comisarios comenzaron con el traslado del vehículo hasta las fosos, cuando a uno de ellos se le cayó al suelo su radio de comunicación, y al volver para recuperarlo tropezó y fue atropellado por la propia grúa, para su mala suerte el conductor no pudo verlo y evitar el desaguisado.
Después del terrible accidente, el hombre fue trasladado de inmediato al hospital del Sagrado Corazón de Montreal, lugar en el que se intentó salvarle la vida pero las múltiples heridas y el mal estado en el que se encontraba, pese haberlo llevado en helicóptero, no permitieron que saliera con vida de ahí.
Enseguida de que la noticia salió a la luz algunos pilotos se unieron en oraciones por el comisario:
De igual manera sus compañeros de profesión emitieron el siguiente comunicado:
Esta tragedia nos ha afectado profundamente, y el conjunto del deporte del motor se ve profundamente afectado por ella”, dijo una declaración de Jean Todt, presidente de la organización mundial FIA. Era un voluntario, Mark había tomado la decisión de dar su tiempo, sus conocimientos y su pasión al servicio del deporte del motor. En todo el mundo, son los hombres y mujeres como Mark los que hacen posible la organización de eventos automovilísticos. Sin estos miles de voluntarios que dan todo desinteresadamente, el deporte del motor no podría salir de la línea de salida.
Para bien de muchos, un accidente como este no sucedía desde el 2001, cuando en Austria, Graham Beveridge, falleció por el impacto de una llanta que salió disparada tras una colisión entre Jacques Villeneuve y Ralf Schumacher.