Cuando debo cubrir un evento musical para Sopitas.com, me doy cuenta que existen ciertas semejanzas entre un concierto y una cena. Por supuesto, así como hay un acto estelar, hay un plato fuerte, y así como hay teloneros, hay entremeses. Todo sirve su propósito en la escala jerárquica, tanto en el programa de un show como en el menú de una comida, pero eso es sentido común. Las similitudes que deseaba resaltar más bien se encuentran en los detalles, que a final de cuentas son los que uno realmente aprecia… y los que uno guarda en la memoria para presumir su experiencia con los que no fueron contigo. Risa malvada.
Antes que nada, los datos duros. La invitación fue para la inauguración del Corredor Cultural Roma-Condesa, la cual celebró su décimo tercera edición el fin de semana pasado. La cita fue en una casa de nombre Showroom Ambienta (“una de las más cool de la colonia Roma”), ubicada sobre la calle Durango, en el número 342. Y en efecto, es un lugar muy acogedor. Al subir las escaleras te daban la bienvenida con una Twin Peaks, una Pale Ale de la cervecería Thornbridge, y bocadillos con mantequilla. Esos detalles.
Como decía al principio, una reseña de un concierto no es muy distinta al de una cena. Aquí también contamos con una estrella encargada de maravillar a su público espectador, solo que en lugar del oído, el mayor placer se adquiere con el paladar. Su nombre es Jonatán Gómez Luna, un joven chef originario del Distrito Federal que ha desarrollado su carrera en distintos restaurantes laureados con dos y tres estrellas Michelin y ha sido acreedor de reconocimientos como el Iron Chef Canada. Puedes consultar su biografía en más detalle con nuestros amigos de comensales.net, pero aquí, claro, lo que nos interesa es su setlist, o mejor dicho, el menú. Son cuatro turnos, cada uno más exótico que el anterior, pero antes teníamos que pellizcar la mesa con los aperitivos de entrada.
En la foto que está en la parte inferior de la nota se pueden apreciar algunos de los entremeses. En primer plano, sobre la tabla de madera puedes ver cinco pedazos de sikil pak (comida maya hecha con semilla de calabaza) cubierta por piel de pollo. Aquello que parecen nueces en realidad son nueces -pecanas de Saltillo, según el menú- pero también había unas deliciosas trufas escondidas por ahí (vamos a comer chocolates antes y después de la cena, rompiendo todos los tabús de nuestras madres), cerezas, y una barra de mantequilla danesa cortesía del patrocinador del evento, Lurpak. En la mesa también había cañas de azucar que sabían a un recuerdo de la infancia, elote tatemado, recado blanco y queso de bola, gouèere de longaniza con papa… y pan, para la mantequilla. Maridaje: un chardonnay.
Leve.
Segundo turno: “Sopa de erizo, langosta, percebes, alga y frijol”. Es erizo de mar, no se den malas ideas. Sería incapaz de probar la carne de un animal tan adorable que bien podría ser la mascota de tu hermanita. Está bien que las entradas en el menú sean un tanto exóticas, pero… no tanto. La sopa de frijol le da un sabor más salado a ésta ensalada marítima. Siempre me fascina como los rastros de sabor permanecen en la boca después de probar, en este caso, el frijol. Es comida del mar, así que nos toca un vino blanco de nombre Silvana.
Cuarto Turno: ¡Postre! Pie de limón. Aquello que parece un limón más bien es una cáscara, y el relleno se revuelve con todo lo demás. Fue divertido. #creatumagia, como dice en el programa. También nos sirvieron varios chocolates de la marca Dolceneros. Ya habíamos platicado sobre ellos cuando fuimos invitados a una de sus catas. Para cerrar nos sirvieron un vino blanco, Chenin Colombard. En algún punto de la noche, perdí cuenta del número de copas que nos sirvieron. Sobra decir.
T y F: @ShyTurista.