Hernán Bravo Valera: El deseo, la euforia y el recuerdo.

Hasta Aquí es un poemario de Hernán Bravo Varela que muestra la excelente pluma de un escritor, ensayista y traductor que se ha hecho de un espacio muy importante en la literatura actual.

El más reciente libro de Bravo Varela es un lúcido grupo de estampas que ilustran la sensibilidad apabullante del poeta frente a vivencias que se desbordan en nuestra manos y que nos hablan acerca de la pérdida, de los cuerpos, de la juventud y los ciclos vitales.

Los amantes, los lugares, los países ajenos y las lecturas que impactaron a Bravo Valera se tejen con una nostalgia esperanzadora y una sutileza propia de los que aprenden a dejar ir.

El libro se inaugura con una pérdida. El primer poema que leemos es el que cierra el libro también. El propio autor nos dice que “son parte de un mismo texto, roto en dos, y se presenta precisamente como aparecen los testimoniales de los que pierden peso, el antes y el después, o de los que se prueban la última crema maravillosa en el rostro y entonces terminan siendo los jóvenes que siempre quisieron ser.

El primero y el último poema son una especie de estética o de dietética, de alguien que pierde 50 kilos, por lo que, al ocurrir esa pérdida (como me pasó a mí), también ocurrió una pérdida de peso del lenguaje, una pérdida también de cierta identidad que se va con ese cuerpo y una pérdida de palabras y de retórica“.

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El cuerpo se vuelve una constante en el libro, pero nunca de forma banal, mucho menos pedagógica. El cuerpo, en el poemario, es eso de lo único que estamos seguros y al modificarlo, cambiamos la identidad.

Esto ocurre con los cuerpos de los otros también, cuerpos que se encuentran con los nuestros y que irremediablemente se nos van. Hernán nos dice que “nosotros mismos somos como una especie de cementerios o de fosas comunes de cuerpos que uno tuvo en las manos o en la imaginación, o debajo o encima o a los lados e, independientemente del rollo amoroso, sexual, sí es necesaria esa entrada en materia, no hay otra manera de conocer el mundo y la realidad más que a través de cuerpos.

“No conocemos las esencias, en realidad las podemos intuir pero eso es más el trabajo de un filósofo que de un poeta. Los poetas perciben la realidad con objetos o cuerpos de palabras que llamamos poemas y todo aquello que vemos está atravesado por una realidad no siempre íntima sino sobrecogedoramente evidente. Entonces, de alguna manera, la poesía tendría que seguir dialogado con eso hasta volverlo un dolor fantasma, porque todo lo que perdemos no es lo invisible, lo invisible es una suposición de nuestra imaginación o de nuestra falta de imaginación, lo único que podemos saber que perdemos constantemente es el peso específico de las presencias, entonces, de alguna manera, todos los poemas del libro son un luto o recordatorio pero también una oda, porque perder esas cosas (como uno puede perder peso) es un recordatorio de los lastres que necesariamente se tienen que ir cayendo poco a poco“.

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Hasta aquí reúne poemas escritos en un periodo de ocho años en diversas partes del mundo y que recorren momentos cruciales de la vida del escritor. Las estampas son tan diversas como aquella vez que, de niño, estuvieron a punto de raptarlo en una fiesta infantil. Están también esos momentos de infinito poder y desolación que vivimos en la adolescencia (acompañado en este caso de los versos de Cubain). Está también su estancia en Washington y su burocrática carga que, sin embargo, le dejó concentrarse en el detalle crucial de que él, como muchos ahí, era un extraño.

Sobre la etapa en Washington, Hernán nos dice que vivió en un barrio de salvadoreños: “yo salía de la casa colectiva y siempre veía a estos salvadoreños borrachos, con una cara de absoluto horror de su vida pasada, presente y futura, esperando un camión que los llevaba, desde luego, no a Washington que es una ciudad muy cara sino a los suburbios donde, mal que bien, vivían en compañía de sus hijos.

El poema que dejó esta experiencia se llama “(No solo es de soplar y hacer botellas“), y dibuja de forma contundente y hermosa el sentimiento, asumido por el poeta, de estos migrantes:

 

[…]

 

Su sueño de cincuenta minutos, su cabeza que choca

contra la ventanilla en los topes, los altos, las

paradas.

 

Sus ganas de volver a lo de antes, sin ser como eran

antes, con la experiencia intacta de su después, 

ahora, sin futuro.

 

[…]

 

El autor nos dice que este “no es un poema costumbrista, pues pertenece a una suposición no tan fantasiosa pero que me tocaba en algún sentido porque yo me veía a mí mismo como un desplazado. Esa colonia infinita de gente que solamente tiene sueños en los bolsillos y que solo los topes o las paradas los despertaban de ellos“.

La poesía de Hernán Bravo tiene una fuerza especial entre sus contemporáneos toda vez que empuña una sensibilidad radiante frente a momentos tan escabrosos y necesarios que termina por transmitir al lector de una nostálgica esperanza. El deseo, la euforia y el recuerdo de la pérdida son el virus que este libro contagia.

Foto de Alberto Tavira

Hasta Aquí está lleno de poemas hablan desde la juventud y por es mismo resulta tan urgente que nuestra generación lea a este poeta. Bravo Varela nos dijo que este libro se empezó a escribir cuando él tenía 26 y puede ser tan atractivo para los jóvenes precisamente porque nos cuenta la historia de nuestro presente.

El autor nos recuerda que estas historias “están contadas en verso, que es otra manera de leer y de respirar el mundo y sé que, en el fondo, si se concentran y escuchan bien la música que hay en la superficie y debajo de esos poemas, podrán encontrar todo tipo de asuntos que también les importa, el amor, el desamor, las inquietudes políticas, el envejecimiento de los padres, películas que nos encantan y nos aterran, historias que no podemos resumir en una cuantas líneas y que nos habitan para siempre, nuestros grupos musicales favoritos, la manera en que pasamos de la pubertad y la manera en que correspondemos con ilusiones a nuestros fracasos y viceversa, eso por lo que pasamos absolutamente todos“.

Para que terminen de convencerse de comprar este libro, les dejamos acá uno de los poemas que más nos han gustado:

 

(Hay lo que hay)

 

No haber amor es un amor también.

 

Un amor a estar solo.

 

Le pertenece a alguien que lo siente

por nadie.

 

                        Pertenece

a una clase de amor que nadie toma. 

 

Es una clase por correspondencia. 

 

También salir con alguien es entrar 

al amor que sentimos

por quien venga a tomarlo.

 

Si saliéramos a tomar el sol, 

lo tomaríamos de quien viniera.

 

Nos correspondería.

 

 

Hernán Bravo Varela nació en 1979 en la Ciudad de México y ha publicado varios libros ya, entre los que se encuentran, Oficios de ciega pertenencia (1999), Comunión (2002), Realidad & Deseo Producciones (2012) y una antología personal llamada Prueba de Sonido (2013). Tiene además dos volúmenes ensayísticos Los orillados e Historia de mi hígado y otros ensayos, y ha traducido al español diversos títulos de Emily Dickinson, Oscar Wilde, T.S Eliot, Seamus Heaney y Leonar Michaels.

Hasta aquí.

Hernán Bravo Varela.

Almadía

2014

 

Por : Luis Miguel Albarrán @Perturbator

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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