En 1990 apareció por primera vez la segunda novela de Gioconda Belli: Sofía de los presagios. En el centro del relato aparece Sofía, una mujer voluntariosa y fogosa que tiene que encontrar su identidad y luchar por su deseo en un contexto lleno de prejuicios. Para lograrlo, se pondrá en contacto con la magia de la naturaleza que la ayudará a aceptarse como ser humano y como mujer.

Recientemente, la novela fue reeditada por Seix Barral. Gracias a este feliz suceso, tuvimos oportunidad de entrevistar a Gioconda Belli, defensora y participante de la Revolución en Nicaragua, poeta y narradora comprometida.

Han pasado más de veinte años desde que se publicó por primera vez Sofía de los presagios, ¿cómo ves a la distancia la escritura de ese libro?

La reedición de Sofía me parece una ocasión muy feliz porque pienso que es una novela que ha mantenido su valor. Que existan lectores para una novela después de veinte años me demuestra que algo hice bien.

Creo que es un tema muy vigente: la mujer y la búsqueda de identidad. Sofía, la protagonista de la novela de alguna manera encarna a una cantidad de mujeres que se ven en una situación de mucho prejuicio y tienen que luchar por hacerse respetar, por lograr desarrollar su potencial como personas.

La historia de Sofía es la de una mujer que sale de una situación muy difícil porque es abandonada por los padres en un pueblito y ella tiene que encontrar acomodo en un pueblo que es muy supersticioso. Y el hecho de haber sido abandonada la cubre de un velo de misterio. Ella tiene que afirmar que es una persona que se merece respeto y merece la felicidad. La novela se trata sobre esa búsqueda y los obstáculos que se oponen a ello.

El realato se enmarca en un ambiente mágico, que es el ambiente de algunos pueblos rurales en Nicaragua. A estos pueblos nosotros los llamamos “brujos”.

Sofía, el personaje principal, padece una identidad caída, incompleta… ¿Qué implica la ausencia de un país, de una cultura que nos sustente?

Es una carencia muy grande cuando uno tiene una laguna sobre su procedencia y se la tiene qué inventar. Pero todos, de alguna manera tenemos esa carencia, porque aunque sepamos de dónde vinimos o quiénes son nuestros padres, nuestro origen es único. Lo maravilloso del ser humano es que tiene esa capacidad de ser diferente, pero eso cobra un valor especial, porque lo más fácil es confundirse con la mayoría. Algunos salen de esa mayoría y se convierten en personas excepcionales, aunque tienen que hacer negociaciones con la sociedad para lograr la aceptación a partir de esa cualidad que los hace diferentes.

Ella parece llevar un triple exilio: sin país, sin identidad y sin cuerpo. Los personajes masculinos de la novela generalmente llevan un cuerpo desde el nacimiento, y lo ejercen,  mientras que Sofía tiene que conquistarlo.

Para las mujeres es más difícil, porque el cuerpo de las mujeres se ha considerado centrado en la reproducción. Y en lugar de que se les otorgue un lugar principal,  porque somos las reproductoras de la especie, la maternidad se convirtió en la razón por la que a la mujer se le niega una plena participación en la sociedad, se le retira y se le mete únicamente en el hogar. Se le restringe su capacidad de acción, hasta hace muy poco, en términos históricos.

El cuerpo, en el caso de la mujer, es un territorio bélico porque ella tiene que luchar para que no se le considere pecadora o seductora. Desde el principio se ha satanizado el cuerpo de la mujer y la mujer siempre ha tenido que se modosa, modesta… La sensualidad en la mujer se ha considerada peligrosa. Sofía tiene un carácter fogoso y ella no se adapta a ese tipo de valoración social. Y con René ella decide no tenerle hijos, toma pastillas anticonceptivas porque el marido quiere retenerla y recluirla como escopeta de hacienda. Hay una negación de la maternidad para Sofía cuando se le quiere imponer como una manera para encerrarla. Además no es un hecho de amor, el hombre la quiere embarazar porque quiere someterla. René es un estereotipo del machista que existe mucho en nuestras latitudes, por eso es un tanto caricaturesco.

Samuel, por su parte, le enseña a Sofía la capacidad que ella tiene de gozar de su propio cuerpo. En una escena muy erótica le enseña la sensualidad. Hasta ese momento, el conocimiento de su propio cuerpo era un conocimiento culposo, porque su marido quería usarla.

Un signo que me pareció muy interesante es que en el proceso de encontrarse, Sofía se enamora solamente de un hombre que no tiene cuerpo, de Esteban, que sólo tiene voz. ¿La conquista del cuerpo de la mujer también implica la conquista del cuerpo del otro o la otra?

Pienso que no. La razón por la que Sofía no logra esa intimidad con otra persona, o compartir el amor a través del cuerpo es porque todavía no se había enamorado. Cuando uno vive experiencias duras, como las de ella (haber sido encerrada por el marido, haber padecido todos eso prejuicios del pueblo) desarrolla defensas.

Ella se enamora de Esteban porque hay una relación de distancia. Es interesante, porque en ese tiempo no existían los medios virtuales. Ahora estamos viendo, cuánta gente no se encuentra a través de la internet o el facebook. Incluso las relaciones viejas que no se habían podido dar, se regeneran gracias a estos medios. El enamoramiento de Sofía es una premonición de lo que ocurre ahora. Para ella era más fácil enamorarse a la distancia, porque no necesita levantar sus defensas. Al final Esteban le salva la identidad a Sofía, rompe el círculo temporal que la atormentaba.

La magia funciona como principio regenerador, una forma de encontrar su origen. ¿La conquista de un cuerpo, una identidad, incluso un país, está relacionada con la búsqueda de los orígenes?

La magia es fundamental, le ayuda a encontrar el origen gitano que había perdido. También es la magia de la tierra, de esa relación que hemos perdido con la naturaleza.

En términos del país, yo hice esta novela pensando en cómo el tiempo se vive de diferentes maneras en diferentes lugares. El relato sucede durante la revolución, pero no aparece nada de la revolución. En los ambientes rurales el tiempo pasa mucho más despacio, las cosas cambian más despacio. Hay un guiño al lector sobre esa realidad: el tiempo en los lugares remotos.

En el contexto rural, los personajes se ajustan a lo que deben de hacer, excepto Sofía, ella rompe las reglas para encontrarse a sí misma… ¿Crees que ese es un camino para los jóvenes latinoamericanos actualmente?

Por supuesto, para la juventud es muy importante. Cuando yo estaba en el colegio alguien escribía en la pizarra: “juventud que no es rebelde es juventud vencida”. Las monjas venían furiosas para ver quién lo había escrito. En realidad era un grupo el que lo hacía, era un anónimo.

La manera de crecer es a través de nuevas ideas, de rebeliones. Galileo se rebeló contra la Iglesia, Copérnico dijo que la Tierra no era el centro del universo; y todo eso causó grandes revuelos, grandes revoluciones. El crecimiento del ser humano parte de alguien que se atreva a no conformarse.

En general, los que no se conforman y tienen la energía para arriesgarse es la gente joven. Los jóvenes tienen un papel fundamental. Ojalá que no se queden atrapados en los abismos cibernéticos. Siento que los jóvenes participan menos porque se quedan absortos en ese nuevo mundo, pero también ese nuevo mundo tiene muchas posibilidades. Nosotros, que somos de otra generación, no lo vemos como ellos.

La generación de jóvenes latinoamericanos que nacieron en los ochenta, ya no vivieron las revoluciones, pero tampoco los desencantos de esas revoluciones. ¿Cómo los ves tú? ¿Harán lo que no se pudo hacer en el pasado?, ¿conquistaran por fin Nuestra América?

Espero que sí. La historia se mueve muy despacio. Uno de los grandes problemas que tenemos para analizar los hechos históricos es que hay poca distancia, cuando no se alcanzan todos los objetivos parece que se trata de un fracaso, pero no es así. Si uno no tiene esa noción del paso lento de la historia, corre el riesgo de decepcionarse.

Creo que los jóvenes que no vivieron ni las revoluciones ni el desencanto, tienen una nueva perspectiva. Aunque tienen que superar el cinismo, la indiferencia, el individualismo y el aislamiento resultado de la época de las revoluciones y el desencanto.

Veo mucha efervescencia en temas como la ecología, o como la mujer. Creo que gracias a eso, vamos a ver cambios importantes; al final soy una optimista empedernida.

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