Simples pedestres, ¿cuestionan el poder de un senador? Mucha crítica, pues ahí les va otra fiesta, cómo de que no.
Apenas habíamos informado de la fiesta que el senador panista José Luis Preciado, ofreció para su mujer dentro de las instalaciones del Senado, cuando nuevamente el coordinador blanquiazul, -valiéndole gorro eso que los comunes llaman prudencia- organizó la pachanga en el mismo lugar.
No obstante, esta vez el mariachi y el chupe brillaron por su ausencia y, para que no digan que hay despilfarro ni alguna otra cosa, esta ocasión sólo se ofreció agua de horchata y jamaica y tacos de arroz, frijoles, chicharrón en salsa verde, puntas de cerdo en pasilla y papas (buenos pa’ la cruda de la fiesta anterior).
Será por el poco ambiente que ahora reinó o porque algunos compañeros se dieron cuenta que la estaban regando, pero el caso es que en esta apagada celebración sólo acudieron cuatro de los 38 senadores: Fernando Herrera, Francisco Búrquez, Francisco López Brito y Daniel Ávila, así como decenas de trabajadores del grupo parlamentario del PAN.
Un poco retardado (de tiempo) llegó Preciado para agradecer la presencia del respetable y justificar la celebración: “Ningún gasto se cubrió con recursos de la bancada, todos los gastos corrieron por mi cuenta”.
Además señaló que la fiesta ofrecida anteriormente en las instalaciones del Senado, por la que todo mundo respingó, no fue para festejar a su mujer, si no para celebrar el Día de la Candelaria: ”Mi esposa se ofendería si la festejara en el patio de mi oficina”.
Menos mal… lo ven, y lugares para ocupar de a gratis (aunque muchos quisieran verlo mejor trabajando, pero eso ya es mucho pedir).
Por su parte, el senador Ernesto Ruffo señaló que a la brevedad pedirán comparecer a Preciado para que expliqué el por qué y de dónde tanta fiesta: “las instalaciones del Senado son razón de una formalidad, un protocolo respecto de la operación del mismo, y eso debe de ser respetado”, señaló.
