Cuando Joaquín El Chapo Guzmán fue detenido el pasado viernes 9 de enero en el kilómetro 3.5 de la carretera México 15, Los Mochis-Navojoa, éste intentó sobornar a los elementos de la Policía Federal adscritos a la División de Caminos.
De acuerdo a los informes que estos oficiales dieron ante la Procuraduría General de la República (PGR) y sus superiores, el Chapo les habría ofrecido “empresas, casas y negocios” para que lo dejaran en libertad, junto a Orso Iván Gastélum “El Cholo”. Incluso el Chapo le dijo a los oficiales que si lo ayudaban…
“Se olvidarían de trabajar para toda su vida”.
En otra parte de estos informes, los elementos de la policía narran que cuando obligaron a El Cholo y al Chapo a descender del vehículo Focus que minutos antes habían robado, Joaquín Guzmán les dijo:
– “¡Se van a morir todos ustedes! ¿No saben quién soy?”.
Uno de ellos respondió “¡Sí sabemos”.
Como no lo dejaron ir, el Chapo señaló “Pinches federales, me gancharon” y le ordenó a uno de ellos: “Llévame a Che Ríos”.
(Por cierto, Che Ríos es un poblado ubicado al norte de Sinaloa, a unos diez kilómetros de donde se encontraba en esos momentos el Chapo).
Cuando iban abordo de la patrulla, los policías le tomaron una foto a los dos detenidos y la enviaron a sus superiores, ellos la hicieron llegar a Enrique Galindo, titular de la Policía Federal; después fue reenviada a Renato Sales, comisionado Nacional de Seguridad y así llegó a Miguel Ángel Osorio Chong. Esa fue la primer imagen de la captura del Chapo.
Como en la carretera los policías vieron que a lo lejos había varias camionetas bloqueando el camino temieron ser atacados, por eso se desviaron al motel Doux, que está en el kilómetro 3 de la carretera Los Mochis-San Miguel. Ahí se refugiaron en la habitación 51 mientras llegaban más refuerzos.
Finalmente arribaron al lugar 39 elementos de la Policía Federal, algunos de los cuales se dirigieron a la azotea para evitar algún posible rescate. Se desalojó el hotel (lástima, le interrumpieron la faena a uno que otro huésped) para que en caso de algún enfrentamiento no hubiera víctimas colaterales. Más tarde llegó un convoy de la Marina, mientras helicópteros de la Armada sobrevolaban el motel para vigilar cualquier movimiento del Cártel de Sinaloa.
Por fortuna, los elementos de la Policía cumplieron su deber y no se dejaron amedrentar ni por la figura del Chapo, ni por sus promesas de riqueza.