Lo que necesitas saber:
Algunos especialistas consideran que las lluvias extremas registradas en Texas son una alerta de lo que está ocurriendo y podría ocurrir en el mundo, a causa del cambio climático.
Según el mismo Donald Trump, se trató de una tragedia no vista en cien años: la destrucción y el saldo de personas fallecidas tras las inundaciones y lluvias extremas del 3, 4 y 5 de julio en Texas.
La declaración del presidente de Estados Unidos es sólo un reflejo de la impresión que dejó el impacto de las inundaciones en Texas, pues en Estados Unidos todo mundo está hablando de las posibles causas.
Entre ellas, cómo las lluvias extremas registradas aquel fin de semana en Texas son parte de una advertencia mayor, a nivel mundial. Acá les platicamos más.
Inundaciones en Texas
Las lluvias extremas o las tormentas de movimiento corto —que no son otra cosa que lluvias potentes que avanzan lentamente y de manera prolongada sobre una determinada zona— se registraron al sur de lo que conocemos como Hill Country, en el centro de Texas.
Una de las zonas más golpeadas fue el condado de Kerr —donde cruza el río Guadalupe, que desemboca en la Bahía de San Antonio, en el Golfo de México— y su ciudad, Kerrville.
De hecho, en Kerrville cayeron más de 25 centímetros de agua tan sólo el viernes 3 de julio; mientras que el sábado 4, en Austin cayeron casi 35 cm en 5 horas. Y no olvidemos el río Guadalupe cuyo nivel pasó de 2 a casi 9 metros.
Sobre Kerrville, su alcalde declaró que las autoridades locales no recibieron ningún tipo de alerta por las lluvias extremas.
Y esta declaración se suma a la serie de factores que pudieron causar esta tragedia, que dejó el saldo de al menos 109 personas fallecidas y alrededor de 160 desaparecidos.
Las lluvias extremas
Si bien todavía falta una investigación concluyente sobre las causas de esta tragedia, desde instituciones públicas de Estados Unidos hasta medios como The New York Times o internacionales como Euronews y El País han dedicado sus textos para analizar las condiciones en que se desarrolló.
Una de ellas apunta a las lluvias cada vez más extremas, posiblemente resultado del calentamiento global.
(Acá en México algo similar sucedió con el huracán Otis, por la rapidez en que el ciclón aumentó su magnitud y, por ende, los efectos devastadores en Acapulco, ¿se acuerdan?).
Las lluvias extremas están relacionadas como el calentamiento global a través de la atmósfera. ¿Cómo?
Sí, podemos imaginar a la atmósfera como una esponja gigante, de acuerdo con la explicación de Arsum Pathak, director de Adaptación y Resiliencia Costera de la Federación Nacional de Vida Silvestre, al New York Times.
Entonces, a medida en que el aire se calienta —como se ha monitoreado en contexto del cambio climático—, esa esponja (la atmósfera) retiene más agua. Y en cuanto hay una tormenta, la esponja expulsa mayor cantidad de agua.
Un indicador que nos permite ver la relación entre el calentamiento global —en época del cambio climático provocado por las actividades industriales de los seres humanos— son los datos que muestran que de 1910 a la fecha, 9 de los 10 eventos de lluvias extremas han ocurrido desde 1995 en Estados Unidos.
A eso, hay que sumar el rápido desarrollo de estas tormentas de movimiento corto como las que provocaron las inundaciones en Texas, pues la bronca está en la dificultad de hacer pronósticos precisos con horas de antelación.
Una alerta al mundo
No sólo es el caso de Texas. En CDMX, las lluvias de junio de 2025 fueron algo similares, aunque sucedieron bajo otro escenario. ¿Por qué?
Se trató de tormentas “breves” con una gran capacidad de caída de agua de lluvia que, de acuerdo con la UNAM, aumenta de manera “notable” el peligro de inundaciones.
De hecho, para la UNAM este tipo de lluvias atípicas que se registraban cada 30 o 40 años podrían repetirse de manera más constante. Cada 5 años o menos. Y de nada sirve ignorar al cambio climático como una de las causas.
“El callejón de las inundaciones repentinas”: el suelo y la topografía de Texas
La región montañosa y de ríos Hill Country —va de nuevo, ubicada en el sur y centro de Texas— también es conocida como el “callejón de las inundaciones repentinas”.
Todo porque su topografía permite, de manera más fácil, la acumulación del agua que corre sin broncas por sus pendientes.
Además, el tipo de suelo no ayudó en nada para la absorción del agua de las lluvias. ¿La razón? La poca capacidad para hacerlo después de una severa temporada de sequía.
La infraestructura
En Estados Unidos hablan de la poca capacidad de prevención y protocolos de protección civil ante las inundaciones.
De acuerdo con el mismo New York Times, Texas va atrás en la gestión de inundaciones, tanto que eso implica un costo de unos 54 mil millones de dólares.
El sistema de alerta
Regresamos a la declaración del alcalde de Kerrville, quien aseguró que nadie les alertó de las lluvias extremas.
Y, de hecho, en Texas hay una discusión sobre qué tan oportunas fueron las alertas del Servicio Meteorológico Nacional —envuelto en otra bronca tras el despido de personal por el gobierno de Trump— y la poca reacción de las autoridades estatales.
Sólo para tener el contexto, el jueves 3 el Meteorológico Nacional emitió la alerta sobre el sistema de tormentas que avanzaba, de manera lenta, sobre Texas.
El pronóstico eran chubascos y tormentas intensas para el viernes 4 de julio. Sin embargo, ya en la madrugada de ese viernes, la alerta aumentó, mientras mucha de la gente dormía.
Y ni qué decir de los alrededores del río Guadalupe, donde no existe un sistema de avisos sobre la crecida.