Lo que necesitas saber:

La separación de la basura orgánica e inorgánica sigue sin ser una práctica que se concrete en su ciclo en CDMX.

CDMX produce más de 12 mil toneladas de residuos al día y desde hace años las autoridades prometieron que la solución estaba en nuestras manos: separar basura orgánica e inorgánica.

Sin embargo, la realidad en las calles, en los camiones recolectores y en los centros de transferencia cuenta otra historia: la de un sistema que colapsó antes de consolidarse.

Foto: Pexels.

Basura revuelta: El fracaso de la separación en CDMX

Nunca antes en la historia de la humanidad se había generado tanta basura. El Informe Perspectivas Mundiales de la Gestión de Residuos 2024 —del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)— estima que el planeta produce alrededor de 2 mil millones de toneladas de residuos al año.

Para dimensionarlo: si esa basura se compactara y esparciera sobre CDMX, formaría una capa de 2.7 metros de altura.

Y el panorama empeora: para 2050, la cifra podría ascender a 3.8 mil millones de toneladas.

Foto: Victoria Valtierra-Cuartoscuro.

Eso implicaría una capa de 5.1 metros de basura sobre los mil 485 kilómetros cuadrados de la capital mexicana.

Por otro lado, imagina lanzar a las calles el peso de más de 2 mil elefantes africanos adultos diarios —cada uno puede pesar entre 6 y 7 toneladas. O cubrir con un metro de basura toda la plancha del Zócalo… cada 48 horas.

O levantar, con residuos, un edificio de 10 pisos cada día. Así de brutal es el volumen de las casi 15 mil toneladas de residuos sólidos que generamos diariamente en CDMX.

La separación de residuos

Lo más grave es que el 50% de estos deshechos no se separan, según explicó a Sopitas.com la ingeniera en Desarrollo Socioeconómico y Ambiental Paulina Leticia Camacho Ruiz.

La experta advirtió que la mitad de los residuos que tiramos en CDMX ni siquiera debería considerarse basura, porque se trata, principalmente, de residuos orgánicos como restos de comida, vegetales, flores o cualquier materia que alguna vez estuvo viva; que contienen carbono, un elemento esencial para la vida.

Y que, si se manejan correctamente, pueden reincorporarse al ciclo natural como fertilizante o composta.

“Reciclajes de árboles de navidad”. Foto: Crisanta Espinosa-Cuartoscuro.

“Ese carbono es valioso”, dice la también maestra en seguridad alimentaria y afirmó que “puede usarse para mejorar la tierra, nutrir suelos y dar una segunda vida a los desechos”

Es decir, lo que se está tirando tiene un valor agregado, pero se está desperdiciando.

Y lo mismo aplica para los residuos inorgánicos, aquellos que no provienen de materia viva: plásticos, metales, textiles, vidrio.

En su mayoría son materiales reutilizables o reciclables, pero cuando ambos tipos de desechos se revuelven, se contamina todo el conjunto.

“Ni lo orgánico se puede compostar ni lo inorgánico se puede recuperar”.

México: un país que genera menos basura comparado con países desarrollados, peeeero

Es uno de los que menos la separa, aseguró la activista. Y eso tiene consecuencias, pues mientras otras ciudades avanzan hacia esquemas de economía circular, en nuestro país solo el 5% de la población separa sus residuos correctamente. 

La razón, apunta Camacho Ruiz, es estructural: nunca hubo una política pública de educación sobre separación de basura.

Planta de Selección de Basura Azcapotzalco. Foto: Cuartoscuro.

El resultado es un problema ambiental que se multiplica cuando los residuos orgánicos no se manejan adecuadamente, ya que generan gas metano, un contaminante hasta 80 veces más potente que el dióxido de carbono.

Además, los rellenos sanitarios están al borde de la saturación y de ellos se filtran lixiviados.

Es decir, líquidos tóxicos que se desprenden de la descomposición de residuos y contaminan el subsuelo o los mantos acuíferos.

La ingeniera lo resume con una advertencia: “Estamos comprometiendo nuestra seguridad alimentaria, si seguimos contaminando los suelos, vamos a tener menos tierra fértil justo cuando más la necesitamos para alimentar a una población creciente”.

Foto: Pexels.

Incluso, dijo, el sabor de algunos alimentos ya ha empezado a cambiar, como consecuencia de producirse en terrenos agotados, erosionados o alterados químicamente:

“Es un efecto mariposa: lo que tiramos a la basura está afectando la calidad de la tierra, los alimentos, el clima”.

“Todo está conectado”

Y ese todo incluye también a los fenómenos extremos, pues la especialista recordó que el huracán Erick se intensificó rápidamente en cuestión de horas en el Pacífico, lo cual no es un hecho aislado.

Afectaciones por huracán Erick en Oaxaca. Foto: Carolina Jiménez-Cuartoscuro.

Sino un reflejo de un sistema ambiental desequilibrado, donde el exceso de residuos y la mala gestión de los mismos alimentan los gases de efecto invernadero y, con ellos, el calentamiento global.

Gracias a la informalidad… ¡no estamos enterrados!

¿Vives en CDMX y te esfuerzas por separar tu basura… solo para ver cómo el camión la mezcla toda?

Bienvenid@ al club de la frustración, pero descuida, que no todo está perdido, sí vale la pena hacerlo. Y te decimos porqué en esta parte del reportaje:

En México, separar la basura parece más una simulación que una política pública efectiva, sí, totalmente.

Las campañas institucionales llaman a dividir residuos orgánicos e inorgánicos, pero en la práctica, todo termina revuelto en el mismo camión.

“Un adulto lleva su diablito cargado de cartón, pet y otros materiales reciclables para su venta”. Foto: Margarito Pérez-Cuartoscuro.

Lo que se prometió como una transformación ambiental —menos basura en rellenos, más composta, ciudadanía educada— quedó lejos de cumplirse.

Y, sin embargo, el reciclaje funciona. No gracias al Estado, sino a millones de personas que, desde la informalidad, sostienen el esqueleto de una economía circular en crisis.

Alejandra Velázquez Garduño, ingeniera en sistemas ambientales, lo explica: “Sin los recicladores de base, mal llamados pepenadores, el país estaría inundado de basura.

Son ellos quienes rescatan los materiales reutilizables, no porque haya una política de inclusión ni porque exista un plan de reciclaje efectivo, sino porque es su forma de subsistir”.

Una legislación sin alcances

Desde 2004 existe en México la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, misma que invoca a reducir la generación de desechos, garantizar el derecho a un medio ambiente sano y promover el desarrollo sostenible.

Pero en los hechos, la legislación federal no tiene alcance suficiente, dijo la experta.

“Cada municipio tiene autonomía constitucional para decidir cómo manejar sus residuos, lo que provoca una fragmentación normativa que impide una aplicación coherente y unificada”, explicó la especialista egresada del Instituto Politécnico Nacional.

Foto: Elizabeth Ruiz-Cuartoscuro.

Así, mientras en algunos estados se avanza hacia modelos más sustentables, en otros la recolección de basura sigue operando con criterios clientelares.

Sin rutas definidas. Sin camiones adecuados. Y con escasa o nula supervisión, destacó la también ecologista.

Los resultados no son como se esperaba

En CDMX, en 2016 se impulsaron campañas para separar residuos orgánicos de los inorgánicos con la promesa de tener menos basura en los rellenos sanitarios, más composta y ciudadanos comprometidos, pero ocho años después, los resultados no son como se esperaba.

Las fallas van desde lo logístico hasta lo estructural, explica Velazco Garduño, pues hay alcaldías, como Álvaro Obregón, donde los camiones simplemente no suben por falta de infraestructura adecuada.

Foto: Moisés Pablo-Cuartoscuro.

En muchos casos, no se crearon rutas específicas para la recolección diferenciada y, peor aún, no se adaptaron los camiones para transportar basura separada

Por lo que la separación que hacen algunas personas desde sus casas se pierde al momento en que los recolectores, presionados por el tiempo, la falta de capacitación o el miedo a represalias de vecinos agresivos. Revuelven todo de nuevo.

“Es una cadena de simulación: la gente separa, el camión la revuelve y nadie supervisa nada”.

Recicladores informales

En este contexto, la economía circular no colapsa únicamente por una razón: la existencia de recicladores informales.

Personas que, por necesidad, recogen la basura, la separan y venden los materiales reciclables:

Sin salario, sin seguridad social y sin condiciones de salubridad, estos trabajadores son quienes realmente permiten que algo se recicle en México, detalló quien fuera cofundadora de Ecolana, una empresa social que busca cambiar el paradigma del manejo de residuos.

Foto: Pexels.

Alrededor de 5 millones de personas en el país viven de esta actividad. Algunos empujan carritos, otros adaptan camiones por su cuenta, pero todos lo hacen fuera del sistema:

Separan PET, cartón, metales y hasta orgánicos aprovechables para venderlos por kilo.

“No lo hacen por una causa ambiental ni por un programa gubernamental, sino para sobrevivir”.

“Si ellos no existieran, no se estaría reciclando nada”, afirma la activista, quien agrega: “Es urgente dejar de verlos como una carga o como parte del problema, son parte de la solución, pero el Estado no los reconoce”.

“No hay tiempo para seguir postergando”

También se ha identificado que las plantas de separación de residuos en CDMX trabajan con recursos mínimos y la mayoría no puede procesar adecuadamente los residuos orgánicos, especialmente cuando estos llegan contaminados con plásticos, metales o líquidos no identificables. 

Existen lugares con alto potencial, como la Central de Abasto, que genera toneladas de residuos orgánicos al día, donde el compostaje sigue siendo más una aspiración que una realidad, comentó la investigadora.

“Separar sigue siendo importante y aunque parezca que no sirve de nada, hay quienes sí lo aprovechan. Ese esfuerzo puede marcar la diferencia entre lo que se rescata y lo que se entierra”.

Foto: Pexels.

Velázquez no solo habla desde el diagnóstico, también señala caminos posibles, por ejemplo, países como Suiza, Suecia, Japón o Alemania han demostrado que el reciclaje sí puede funcionar cuando hay un esfuerzo conjunto entre ciudadanía y gobiernos.

“Hay liderazgo, hay reglas claras y hay un seguimiento. No es greenwashing, es corresponsabilidad real”.

Y aunque resulte paradójico, China encabeza la lista mundial al reciclar cerca del 50% de los residuos globales, según estimaciones recientes.

La especialista insiste en que la ciudadanía mexicana sí está dispuesta a adaptarse y participar, siempre y cuando haya voluntad política y liderazgo desde el Estado:

“Lo hemos visto: cuando se da la infraestructura y la información, la gente responde”.

Pero el reloj avanza y la respuesta que da la especie humana es demasiado lenta frente al daño ambiental que ya ha causado.

Y no, no hay tiempo para seguir postergando lo que sabemos que tenemos que hacer.

Cuando la sociedad civil mete el hombro

Mientras los gobiernos diseñan campañas fallidas, redactan leyes que no aterrizan o fingen liderazgo en foros internacionales, hay una parte de la sociedad mexicana que no se cruza de brazos. 

Frente al colapso del modelo de gestión de residuos, son las redes ciudadanas las que están tomando la iniciativa.

Una de ellas es Hagamos Composta, una organización que ha crecido desde la convicción de que la basura no existe, sino que lo que está presente son residuos mal gestionados y una enorme falta de voluntad institucional.

“Mercado de trueque en CDMX”. Foto: Rogelio Morales-Cuartoscuro.

La historia de Asaf Vera Baltodano, uno de sus integrantes en Guadalajara, es también una historia de fe y acción.

Pastor protestante de formación, estudió teología en un seminario, pero encontró en la composta un modo de vivir su espiritualidad desde la tierra, la transformación y el cuidado común. 

“Hacer composta es un acto de fe ambiental”, dice. Y lo dice en serio.

Hagamos Composta nació en 2018 en Toluca, impulsada por un grupo de personas preocupadas por la cantidad de residuos orgánicos que terminaban en basureros colapsados o en ríos contaminados.

En siete años han crecido exponencialmente: están presentes en 31 ciudades de México y dos países, con una red activa de ciudadanos, empresas y comunidades.

Hagamos composta

Su propuesta es la de hacer del compostaje una práctica accesible, incluso para quien vive en un departamento sin jardín.

Bajo un modelo de suscripción, las personas entregan sus residuos orgánicos y la organización los transforma en composta, que luego puede ser devuelta o usada en cultivos locales.

“No necesitas un gran terreno para compostar. Solo voluntad. Y eso sí lo tienen muchas personas”, afirma Asaf.

También cuentan con puntos de recolección donde cualquiera puede dejar sus residuos y participan activamente en actividades educativas, alianzas comunitarias y campañas de concientización.

Foto: @hagamoscompostajuntos

Su modelo funciona con bicicletas y camiones pequeños, en rutas organizadas; siempre con el objetivo de reducir el impacto ambiental sin esperar a que lo hagan desde arriba.

El mensaje de Hagamos Composta es un grito de hartazgo, pero también de esperanza: no hay que esperar a que el Estado reaccione.

“Los trámites, la burocracia, los gobiernos de crisis que solo actúan cuando estalla el problema… eso ya no nos alcanza”, dice el también activista.  

“Nosotros lo hacemos ya. Porque sabemos que no hay tiempo”.

“Hay quienes ya están compostando el futuro”

Lo saben por experiencia. En Oaxaca, relató, el cierre de un tiradero colapsado generó una crisis de residuos y las personas, al no saber qué hacer con su basura, muchos recurrieron a Hagamos Composta como una alternativa viable.

Para ellos, el 90% de lo que se desecha se puede rehusar, donde los residuos orgánicos, deberían ser el primer frente de acción ambiental, no el último.

En Hagamos Composta creen que la basura no existe, pero si una economía que prioriza el consumo rápido y el descarte que no devuelve a la tierra lo que viene de ella.

Su lucha no es solo por una técnica, sino por una visión del mundo donde el reciclaje no sea un negocio privado ni un simulacro institucional, sino una práctica cotidiana, sencilla y colectiva.

Desde su trinchera, Asaf sostiene y coincide, con la idea de que la ciudadanía sí está dispuesta a cambiar, pero necesita acompañamiento, porque mientras el Estado se atasca en trámites y declaraciones, hay quienes ya están compostando el futuro, pedazo por pedazo.

Todo lo que no sabías que necesitas saber lo encuentras en Sopitas.com

Periodista independiente que busca incidir desde el oficio, aunque sea con poco, para un mejor país, un mejor planeta. Lo merecemos como especie. Ha colaborado para diversos medios de comunicación...

Comentarios