¿Quién mató a Rosendo? de Rodolfo Walsh es una apasionante investigación en torno al asesinato de Rosendo García, uno de los principales dirigentes sindicales de la poderosa Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de Argentina durante los años 60.

La obra de Rodolfo Walsh narra los hechos la muerte de Rosendo García la noche del viernes 13 de mayo de 1966 en la confitería La Real de Avellaneda en Buenos Aires, Argentina, así como las confusiones y repercusiones alrededor de ésta. En este mismo incidente, Walsh trata a dos personajes más de la Unión Obrera Metalúrigica que perdieron la vida: el Griego Blajaquis, comprometido luchador de las causas obreras, y Juan Zalazar.

Augusto Vandor sobrevivió al tiroteo de La Real y vivió un par de años más para, sin hacer mayor esfuerzo, apoderarse de la UOM. No obstante, al momento de la muerte de Rosendo y el Griego, su poder se desmoronaba. Rosendo García fue un caudillo carismático y sobre todo, un hombre cercano a Vandor y antes de su muerte, cultivaba una prometedora carrera política que incluía la oportunidad de desplazar a Vandor de su poder.

Esa noche el bando Griego –es decir, Blajaquis, Rolando Villaflor, Raimundo Villaflor, Juan Zalazar, Nicolás Granato, Francisco Alonso y un nuevo activista, Horacio– se encontró bajo el mismo techo con Vandor, Rosendo y otros compañeros vandoristas: Norberto Imbelloni, Julio Safi, Nicolás Gerardi, Emilio Barreiro, Armando Cabo, Juan Taborda, Luis Costa, Tiqui Añón, Raúl Valdés, Juan Petraca, Ramón Rodríguez y Acha, o Hacha Brava. Luego de cruzar miradas y lanzarse provocaciones, comenzó una riña que desembocó en un tiroteo en el que Rosendo, el Griego y Juan Zalazar perdieron la vida.

Con este breve contexto tomado en cuenta, la muerte de Rosendo García ocurrió en medio de un caos que poco a poco se trató de aclarar. Sin embargo, nunca se logró demostrar quien fue el asesino de este hombre ni del Griego o Zalazar. Al final nadie logró concretar con certeza los hechos ocurridos aquella noche en 1966.

Rodolfo Walsh se encarga de realizar, por medio de su propia investigación, un esclarecimiento de lo que ocurrió en torno a la muerte de Rosendo García.

El libro, dividido en tres partes, comienza contando los antecedentes que llevaron al tiroteo de La Real. Con ayuda de los sobrevivientes: los hermanos Villaflor, Granato, Alonso y Imbelloni, así como de la información oficial y otros datos registrados por las instituciones que llevaron a cabo la investigación, reconstruye los hechos anteriores al tiroteo.

En cada capítulo narra, ya sea con la pluma propia o invocando la voz ajena, un poco sobre los personajes involucrados, dando una breve historia de estos, principalmente sobre el Griego, Vandor y Rosendo. Aprovechan también para dibujar, por medio de sus experiencias, los conflictos internos que padecía la UOM antes de la muerte de Rosendo.

Mientras construye el contexto político en que aquellos hechos tuvieron lugar, Walsh adelanta a cuenta gotas detalles sobre los hechos en La Real, desde quien llegó con quien, que hicieron antes hasta quienes estaban armados y qué hacían otras personas en el local. Esta primera parte culmina con una descripción viva del tiroteo. Se da a conocer desde distintos puntos de vista todo lo que ocurrió sin acabar de aclarar la verdad sobre la escena.

Así, Walsh involucra de un modo general al lector que todavía no acaba de entender las cosas. Pero el destinatario sabe quienes estaban en La Real y qué pasó ahí.

A continuación, el autor se dispone a narrar todo lo que ocurrió después del tiroteo. Esto incluye la investigación que realizó la policía, las evidencias y testimonios de los presentes durante el suceso, incluyendo a las personas que trabajaron aquella noche en La Real. Walsh repasa, uno por uno, cada elemento que se expone en su investigación y lo compara con todo lo que se dijo y presentó durante el juicio, como los testimonios de los involucrados, la ropa de Rosendo y las pruebas de balística.

Poco a poco, con esta comparación, el autor exhibe las contradicciones que se generan entre los vandoristas, los griegos, los peritos y demás participantes en el proceso.

Por mencionar algunas, Walsh expone: el juez Llobet, por medio de su investigación, llegó a la conclusión de que Rosendo se encontraba sentado dando la espalda a los griegos. Al momento del tiroteo, él recibió una bala en la espalda, se levantó, giro hacia los atacantes, camino unos pasos y se desplomó. Esta conclusión no suena mal cuando se lee fuera de contexto, sin embargo, no se acerca a un consenso de los hechos. Para hacer evidente la falla de Llobet primero tenemos que repasar unos datos. Según las pruebas balísticas, Rosendo murió por una bala que entró por la espalda y salió por su estomago. Todo continuaría siendo una hipótesis coherente, si no fuera porque los testimonios, incluyendo el de Vandor, indican que Rosendo se encontraba de frente a los griegos. Aunado a ésto, los testigos dicen en la historia oficial que el hombre se levantó, caminó con los brazos abiertos sin nada en las manos y se acercó a los griegos hasta que recibió un balazo de ese bando. Ahora, esta segunda versión de los hechos, que contradice a Llobet, al mismo tiempo es cancelada por el hecho de que Rosendo recibió el tiro por la espalda, lo que indica que, si hizo todo lo que dijeron los testigos, vandoristas y otros personajes más, la pistola que disparó debió venir del lado de Vandor y sus acompañantes.

Llevando al ejemplo todavía más lejos, la versión recabada por Walsh indica que en efecto Rosendo se paró, caminó al grupo del Griego y recibió un tiro por la espalda, pero este personaje no tenía las manos vacías, sino que cargaba una pistola de calibre pesado, que soltó sin poderla disparar. Finalmente, Rosendo cayó al suelo.

Haciendo uso de su propio análisis, Walsh va orientando poco a poco su investigación. Primero se ocupa de comprobar que las acusaciones a los griegos no eran ciertas: nadie trae armas, por ejemplo. Después guía al lector por medio de contraste de testimonios y, de manera efectiva e inteligente, usa las evidencias para esclarecer los hechos hasta donde le fue posible.

Este recorrido narrativo y de investigación, que tiene como objetivo encontrar a la persona que mató a Rosendo, lleva de forma inevitable a la conclusión de que el mayor sospechoso es uno de sus propios camaradas. Quizá se podría pensar que fue por accidente, pues dibuja a la víctima como un personaje muy vulnerable durante el tiroteo. Sin embargo, esta conclusión se cancela cuando se pone en contexto la fragilidad política en la que se encontraba Vandor antes de las muertes de Rosendo y el Griego y la posición en la que se encontró dos años después: adueñado del poder dentro de la UOM.

Finalmente, Walsh aclara el contexto del tiroteo y sus repercusiones de un modo muy general. Por ejemplo, haciendo una breve historia de la Unión Obrera Metalúrgica y su evolución para convertirse en un aparato político de increíble poder.

En su obra Walsh hace uso de todo lo que quedó del asesinato de estos tres personajes sindicales para reconstruir de manera inteligente, coherente y eficiente los hechos ocurridos, a diferencia de las autoridades que no hicieron más que un caos y dar largas hasta hacer imposible definir con seguridad qué ocurrió en realidad.

Sin embargo, por más limpio que haya querido dejar el asunto, el autor no logra aclarar ciertos puntos. No es su culpa. Estos huecos sin rellenar permanecen así pues siempre quedaron fuera del control o alcance de su investigación. Al fin y al cabo, las conclusiones que alcanza sí señalan con bastante fuerza quien pudo haber sido el autor de los crímenes cometidos, pero, ante la falta de evidencias duras, no puede hacer nada.

Este libro no busca únicamente al asesino de Rosendo García. También nos muestra la situación de un país en lucha interna. Sirve como recordatorio de aquellos personajes que fueron hasta el final de su vida por una causa en la que todos decían creer, pero sólo unos pocos la predicaron con ejemplo.

La obra de investigación hace testimonio de la impotencia en la que se encuentra un investigador cuando se mueve un aparato judicial, no sólo burocratizado e incompetente, sino corrompido. Exhibe a un personaje dispuesto a traicionar a sus camaradas por el poder.

El trabajo de Walsh es el verdadero recuento de un evento considerado como un trágico episodio en la historia de la nación argentina. Sin embargo, se puede llevar más allá, no solamente como una denuncia de los crímenes cometidos dentro de las luchas sindicales, sino como un ejemplo universal del deterioro de una institución construida a partir de las esperanzas de un grupo social luchando por una mejor calidad de vida. Es un episodio denunciado que probablemente todos los países han visto ocurrir en algún punto de su historia.

Reseña por: Esteban González de León

 Walsh, Rodolfo. ¿Quién mató a Rosendo? Sexta edición. Ediciones de la Flor. Argentina. 1984. 69 páginas.

 

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